Dagen invitó a Izain a entrar a la casa y lo estrechó
entre sus brazos.
“Me da gusto que estés aquí.”
“A mi también.”
Embargados por la intensa emoción que apenas
experimentaban, el estar juntos les ocasionaba sentir el impulso de volver a besarse
pero no querían estropear todo al precipitarse. Por el momento, preferían
disfrutar de su mutua compañía, con actividades normales, como si fueran viejos
amigos, además de intercambiar más anécdotas sobre sus pasatiempos o aficiones
para seguir conociéndose mejor.
Después de un rato, Izain se acurrucó con Dagen en el
sofá, y éste mantuvo abrazado mientras hundía el rostro en su cabello. Izain se
incorporó, sujetando la mano derecha de Dagen, intentando medirla con la suya.
“Tus manos son mas delgadas que las mías.” Comentó
Dagen. “Pero se entrelazan perfectamente.”
“Que rápido ha pasado el tiempo. A esta hora ya
debería estar dormido.”
“Pues vamos a acostarnos. Supongo que no te molestará
compartir la cama conmigo...”
“Claro que no.”
Dos pares de ojos luminosos observaban desde afuera.
Una ligera risa se hizo escuchar repentinamente.
Izain se retiró para ponerse su ropa de dormir en otro
cuarto y Dagen, que aun estaba en la sala, pudo escuchar aquella risa,
produciéndole escalofríos.
“¿Escuchaste eso, Izain?”
“Debe ser el viento. Esta noche sopla muy fuerte.”
“Pero cuando sopla fuerte se escucha como si aullara,
no como si alguien se riera.”
“¿Que dijiste? No te escuché.”
“Olvídalo.”
Dagen decidió no darle importancia y seguirse
relajando con el chico que amaba, dejándose caer en la cama de su cuarto,
esperando a que se le uniera.
Poco después, los dos se encontraban sentados, uno
frente al otro, somnolientos pero aun emocionados y contentos por estar juntos.
Se miraron a los ojos por unos momentos, sin decir nada.
“Me gusta el tono oscuro de tus ojos.” Dijo Dagen,
embelesado.
“A mi me gustan más los tuyos. Su tono es mas claro y
agradable.”
Se acercaron más y se estrecharon el uno al otro.
“Te quiero mucho.” Dijo Izain.
“Yo también.”
¿A mí o a ti mismo?”
“¡Ja, ja! Claro que a ti, tonto.”
“No quisiera separarme de ti nunca...”
“Algún día tal vez podamos vivir juntos, Izain.”
“¿En serio?”
“Se puede decir que ahora practicamos para ello.”
“Cierto.”
Callaron un rato. Izain quiso hacer lo mismo que Dagen
cuando se le declaró. Recargó su cabeza en su hombro y besó suavemente su
cuello.
“¿Izain?”
“¿Si?”
“Quiero besarte otra vez.”
“No tienes que pedirlo.”
Nuevamente unieron sus labios. Su sentimiento
aumentaba y mantuvieron el contacto por tiempo prolongado, hasta que el sueño
los venció, y se quedaron dormidos, abrazándose como niños pequeños.
Afuera, una figura de ojos luminosos los observaba,
flotando en el aire, luciendo como un espectro por la forma en que el viento
hacìa hondear la extraña túnica que vestía. Una mano delgada con dedos que
parecían garras se extendió, presionándose contra la ventana.
La risa se emitió nuevamente pero ni Dagen ni Izain pudieron
escucharla.
“Je,
je, je. Disfruten mientras puedan…”
A la mañana siguiente, despertaron bañados por la luz
del sol de la mañana. Dagen preparó el desayuno y charlaron animadamente
mientras comían. Tras otra sesión prolongada de muestras de cariño, Izain anunció
que debía volver a su casa, ansioso por ver a su madre y contarle todo antes de
que ella se fuera a trabajar.
“Mientras no tengas que darle todos y cada uno de los
detalles.” Dijo Dagen, con una sonrisa confidente, mientras acariciaba su
cabello.
“No hará falta. Pero si…La pasé muy bien, Dagen.”
“Lo mismo digo. Recuerda. Algún día viviremos juntos.”
“Si. Sè que será así.”
Al irse Izain, Dagen cerró la puerta y se preguntó que
en que podría entretenerse por el resto del día. La ansiedad lo incitaba a
considerar ir con Izain más tarde y pasarse la tarde en su compañía. En lo que
aguardaba, pensó en dormir un poco, ya que aun tenía sueño tras aquella larga
noche de besos y caricias.
Sus planes cambiaron en un instante al escucharse una
voz desconocida.
“Que bonita casa.”
Dagen se sobresaltó, temiendo que se tratara de un
ladrón. Desde la cocina, emergió la figura de un muchacho. Aparentemente, de la
edad de Dagen, con simular estatura y complexión. Su aspecto era entre elegante
y sofisticado, con un notable porte atractivo, de rasgos finos y ojos que
reflejaban inteligencia y un poco de malicia.
Le mantuvo fija la mirada mientras sonreía. Dagen tomó
un viejo bastón que había sido de su
abuelo y lo blandió, temiendo que el extraño lo atacara.
“¿Quien eres tu?”
“No te pongas nervioso, amigo. Digo, estamos en el
mismo bando.”
“¿Que?”
“Ya sabes. PUG.”
Dagen soltó el bastón, aliviado.
“Oh, eres el tipo que iba a venir, ¿no? Me diste un
buen susto. ¿Como entraste?”
“Muy fácilmente. Dejaron la puerta abierta anoche y aproveché
para introducirme. Me tomé la libertad de echarme una siesta en el armario y
apenas acabó de despertar.”
“Eh... ¿Estuviste espiando?”
“Francamente así. Es lo que hacemos. Y vaya que me tocó
contemplar algo muy interesante. No te molesta, ¿verdad?”
“Pues...”
El muchacho le tendió la mano y Dagen la estrechó al
cabo de unos momentos de vacilación. El contacto se sintió incomodo. Su tacto
era demasiado cálido, de una manera poco reconfortante.
“Mi nombre es Genfirio. Y ya sè que te llamas Dagen.”
“Mucho gusto. Supongo...”
“¿Y bien?”
“Eh...”
“Bien, Dagen. Desde un principio, fuiste muy astuto en
averiguar lo de nuestro grupo. Casi nadie logra captar los mensajes secretos
que dejamos esparcidos por la red. Así has demostrado tus excelentes
habilidades. Eso y haber pasado exitosamente las cuatro pruebas. Significa que
ya eres parte del PUG.”
“Es lo que quería...”
“No te ves tan entusiasmado como esperaba.”
“Es que es un poco...repentino. Pero si estoy
contento. Ahora… ¿Podrías explicarme bien como son las funciones y objetivos
claros del PUG?”
“Encantado.”
Genfirio empezó a hablar. Dagen se esforzaba por
escuchar pero apenas atendía sus palabras, volviendo a ocupar su mente el
recuerdo de Izain y la agradable noche que pasaron juntos.
“¿Entendiste lo que dije?”
“Si. Interesante.”
“Pero si he dicho nada coherente durante diez minutos.
Estuve recitando un poema abstracto e improvisado.”
“¿Eh?”
“¡Ja, ja, ja! Sólo era para comprobar que estabas
poniendo atención. Me doy cuenta de que hay algo que te distrae sobremanera y
tengo una idea sobre lo que puede ser. Lo que es perfecto, ya que es así como
debes realizar la quinta prueba.”
“¿Quinta prueba? Creí que esta había sido anulada. Que
no necesitaba hacerla...”
“Era para que te confiaras. Si, la quinta es la más
difícil y tiene que ver con la cuarta. De hecho, la cuarta no es una prueba, sino
un preámbulo.”
“¿Preámbulo?”
“Encontraste algo mas importante para ti que ser parte
de nuestro grupo. Ahora, para pasar la quinta prueba, debes renunciar a ello.”
“¿Como?”
“¡Vamos! No es algo tan duro, ¿o si? De todos modos,
aunque ese chico Izain te haya ayudado, nosotros nos hemos dado cuenta de que
no encaja con nuestros intereses. A diferencia de ti, jamás será parte del PUG.
Así que rompe con él y no vuelvas a dirigirle la palabra.”
“¡No puedo hacer eso! Yo lo...”
“No creas en esas cosas. No puedes haberte enamorado
de él. Simplemente fue la consecuencia de pasar tanto tiempo en su compañía,
recibiendo sus disimulados coqueteos. Es una sensación muy común, casi siempre
pasajera. Además, como termine
metiéndose en nuestros asuntos, los miembros más antiguos del PUG podrían considerar
que representa una interferencia y ordenarían su ejecución inmediata. No merece
estar en el grupo y no tiene porque fraternizar con ninguno de los nuestros.
Cuando rompas con él, ya no será un problema.”
Dagen bajó la cabeza y la sacudió.
“No quiero lastimarlo. Aun si no lo quisiera de esa
forma...el es mi amigo.”
“¿Amigo? No lo creo. El te ha perseguido y hostigado
por años sin que te dieras cuenta. Eso no es muy saludable. Ha violado tu
intimidad.”
“¿No lo hicieron conmigo también los de PUG?”
Sin perder la calma, Genfirio abofeteó a Dagen con un
movimiento tan rápido que tardó en estar consciente de lo que había pasado.
“No me cambies el tema, mentecato.”
“Izan fue muy amable en ayudarme. Y con su compañía dejé
de sentirme tan solo...”
“Eso tiene arreglo. No lo necesitaras más. Yo estaré
contigo ahora.”
“¿Como?”
Genfirio se le acercó, abrazándolo y clavando sus ojos
brillantes en los de Dagen, paralizándolo. No estaba seguro de cómo se sentía
en ese momento pero el atractivo de su visitante parecía haberse acentuado más,
dispersando por su cuerpo una sensación electrizante y agradable al percibir la
suavidad de su contacto.
“¿Que dices?”
“Tu...eres...”
“Si. Lo sè. Irresistible, je. En el PUG todos somos muy unidos y nadie se
siente solo. Yo puedo ser especialmente cercano contigo, Dagen.”
“Esteee...”
“No seas tan tímido. Cuando me conozcas mejor, te olvidarás
de ese Izain.”
Dagen no pudo decir más y dejó que Genfirio lo besara,
incapaz de resistirlo. Casi sin darse cuenta, pasó todo el día y toda la noche gozando
de la compañía del exótico muchacho. Él le contaba del PUG y su propósito, pero
Dagen no conseguía prestar atención. No podía decidirse si se sentía mejor con él
o con Izain y ese dilema amenazaba con destruirlo internamente.
Tras mucho reflexionar mientras Genfirio dormía a su
lado (acaparando las cobijas), Dagen tomó una decisión.
En la mañana, después de desayunar, Dagen se dispuso a
llamar a Izain para pedirle que viniera. Genfirio le dijo que no tenía hambre y
eso le extrañó a Dagen, ya que no lo vio comer el día anterior y estuvieron
juntos casi todo el tiempo.
“Puedo aguantar mucho tiempo sin comer.” Dijo
Genfirio, sonriendo con aire inocente. “Es parte de mi filosofía de
purificación del espíritu.”
“Eso no tiene sentido. ¿Es algo que practican en el
PUG?”
“Eh…si. ¿Por qué no?”
Dagen prefirió no darle importancia a esa
irregularidad y llamó a Izain. Al poco rato, éste se encontraba en su puerta. Genfirio
le había explicado lo que debía decirle. Sea como fuera, no podía revelar que
Genfirio estaba con el PUG. Cuando Izain entró, de inmediato reparó en la
presencia Genfirio, que seguía sonriendo, cómodamente sentado en el sofá, con
una pierna cruzada. Se había puesto una de las camisas de Dagen con evidentes
intenciones de incomodar al visitante.
“Hola.”
“¿Qu-quien eres tú?”
Dagen se armó de valor para decir una gran mentira.
“Izain. El es Genfirio. He estado con él desde... hace
tiempo.”
“¿Como?”
“Si. Lamento mucho decírtelo así, pero solo he estado
jugando contigo.”
Izain se quedó con la boca abierta. Genfirio se incorporó
para colocarse atrás de Dagen, abrazándolo por la espalda y besándolo en la
nuca.
“No...No te creo, Dagen.”
“Es verdad.”
“¡No! ¡Yo nunca antes te había visto con ese sujeto! ¿Como
puede ser?”
“¡Vamos, Izain! Tú no pudiste estar conmigo las 24
horas de cada día cuando ni tenías el valor de acercarte a mí. Conocí a
Genfirio...mucho antes que a ti y lo de PUG...”
Izain temblaba. En parte por la tristeza y dolor que
sentía por las palabras de Dagen, y en parte porque notaba el extraño y anormal
brillo en los ojos de Genfirio. Lo que fuera que reflejaban aquellos ojos no
era humano en absoluto.
“De verdad lo siento, Izain. Pero ya no podremos
seguir viéndonos. Mejor olvídate de mi.”
Izain se dio la vuelta.
“Como quieras. Solo...cuídate.”
Izain salió corriendo, sin mirar atrás. No podía
contener más las lágrimas. Al perderlo de vista, Dagen también empezó a llorar.
Genfirio le dio unas palmadas en la
espalda, indiferente ante su dolor.
“Ya, ya. No es para tanto. Yo estaré contigo ahora, ¿recuerdas?
¡Nos vamos a divertir mucho! Incluso un amigo nos acompañará esta noche.”
“Pero Izain...”
“Estará bien. Créeme. No va a sufrir mucho tiempo
cargando con ese corazón roto. Sosh se asegurará de eso.”
“¿Sosh?”
De repente, se sintió un leve temblor en la sala y
tuvo lugar una inesperada e inexplicable aparición. Una alta figura bloqueaba
la puerta. Sea lo que fuera, era un ser de brillante piel azulada, con rasgos
faciales apenas identificables, vestido sólo con una chaqueta y pantalones que
parecían haber pertenecido a un indigente.
“¿Qué es lo que está pasado aquí?”
“Sosh acabará con Izain. El chico sabe demasiado. No
podemos dejarlo vivir.”
“¡No pueden hacerlo!”
Genfirio se encogió de hombros.
“Vamos. De todos modos el ya está sufriendo mucho. Te
amaba y tú le rompiste el corazón, portándote como un maldito desgraciado. ¿Crees
que querría seguir con vida, sabiendo que su amorcito está en brazos de alguien
más? Le haremos un gran favor. Mi amigo le quitará amablemente ese dolor, junto
con su vida. No le pierdas el rastro, Sosh.”
“Si,
amo G.” Respondió el gigante con voz profunda, haciendo una reverencia desde la
puerta. “El llamado Izain ha visto su
ultimo amanecer en este plano.”
Sosh avanzó, pesada pero rápidamente, en busca de
Izain. Dagen miró a Genfirio. Su sonrisa ahora era una mueca, exhibiendo
dientes muy afilados, como si se conformara de puros colmillos.
“¿Que eres tu?”
“Soy lo que quiero ser. Un humano o... ¡Esto!”
Envuelto en una serie de haces de luz compuestos de múltiples
colores, Genfirio se convirtió en una intimidante criatura de piel blanca, con
la cabeza en medio de una forma triangular rodeada de llamas multicolor. Tenía
enormes y desproporcionabas garras pero en lugar de piernas, de la parte baja de
su torso brotaba una especie de cola formada por humo, como los míticos genios.
“Mi
raza fue exiliada en esta dimensión. No nos agrada la manera en que viven aquí
sus habitantes ni sus ideas sobre orden social. Cambiaremos las cosas por el
simple hecho de que podemos hacerlo, ya que tenemos el poder para lograrlo, por
la fuerza y el exterminio masivo si es necesario. Y en cuanto tengamos
suficientes adeptos, entraremos en acción. Eso es PUG, Dagen. Es lo que has
elegido y ahora serás parte de ello, te guste o no.”
“A mí… ¡Ya no me importa nada de eso! ¡Sólo quiero a
Izain!”
Dagen echó a correr para salvar a Izain del gigante
Sosh (aunque no tenia idea de que podría hacer ante esa clase de enemigo). Genfirio
no se movió cuando pasó por su lado. Dagen podía escucharlo a sus espaldas,
riendo a carcajadas.
Debido al efecto de la magia de Genfirio, las calles se
encontraban vacías, no habiendo nadie que pudiera ver al gigante, siguiendo a
un muchacho.
Izain se volvió de pronto y al ver a Sosh, de
inmediato le entró pánico.
‘’Prepárate,
humano. El amo Genfirio ha decretado que debes morir.”
Izain no consiguió decir nada, pero aquella aparición confirmó
su presentimiento sobre la verdadera naturaleza de ese extraño chico. Desde un
principio, supuso que tenía que ver con PUG y que Dagen estaba siendo
presionado para terminar con su relación. Sosh abrió su gran boca y pareció
arrojar una bola de fuego azul. Ésta cayó a un lado de Izain, dejando un
agujero en el suelo. Sosh alzó su enorme puño, listo para golpearlo.
Dagen apareció en el momento justo y absorbió la mayor
parte del impacto con su cuerpo, cayendo sobre Izain. Éste lo sostuvo y consideró
la gravedad del daño.
‘¡Dagen!’’
‘’Perdóname, Izain. No quise lastimarte....Genfirio...o
lo que quiera que fuera...me estuvo controlando...me hizo mentir...’’
‘’Eso lo sè. No pudiste engañarme. Te conozco mejor de
lo que crees.’
‘’Te quiero...’’
‘’Yo también.”
“¿A mí o a ti mismo?”
“Dagen…”
Sosh los miraba extrañamente. Arrojó otra bola de
fuego, con la intención de eliminarlos juntos. Genfirio apareció de la nada y
desvió la bola de un manotazo.
‘’Ya
basta, Sosh. Estos no tienen porque morir.”
“Esa
fue la orden que me fue dada y me disponía a cumplirla.”
“Y
he decido cambiarla porque se me da la gana. Tengo ese derecho ¿no es así?”
“Vivo
para hacer su voluntad, amo G. Pero, creí que le preocupaba lo que estos
humanos pudieran revelar sobre PUG al mundo…”
‘’Eso
puede arreglarse.”
Izain aferró a Dagen, viendo a Genfirio acercarse a
ellos.
“Pueden tomar mi vida si quieren, pero tienen que
salvar a Dagen…” Imploró Izain. “¡Por favor!”
“Apuesto
a que desearías que nada de esto hubiera sucedido ¿eh? Dilo, Izain, y puedo
hacer que así sea, pero entonces ustedes ya no estarán juntos.”
“Si eso salva la vida de Dagen, yo…”
Dagen tapó la boca de Izain por su mano y aun en su
estado, le dirigió una desafiante mirada a Genfirio, no mostrando la más mínima
señal de sentirse intimidado ante sus ojos llameantes.
“No hay porque hacer pactos, Izain…no con esta
criatura...sólo hay algo que deseo y eres tú…le di demasiada importancia a lo
de PUG…pero tú estuviste ahí desde antes y por eso…sè que habríamos acabado
juntos de todas maneras…”
“Con
eso basta para mí.” Genfirio chasqueó sus largos dedos con forma de
garras, despidiendo una llama purpura y azul que se expandió por encima de
ellos. “Nunca nos conocimos. Deseo
concedido.”
Dagen estaba en casa de Izain, ambos confundidos.
Ninguno de los dos recordaba cuando ni como llegaron ahí. De hecho, no
recordaban muchas cosas. Sobre todo Dagen. Sabia que había descubierto que la
persona que le enviaba cartas de amor era Izain, que se hicieron amigos y acabaron
enamorándose, pero no conseguía recordar como inició todo ni que habían hecho
para volverse tan cercanos. Le preguntó a Izain que pasaba, pero él solo sonrió
y dijo que nada importaba, mientras ellos estuvieran juntos. Después, Izain se
sentó ante el piano y se puso a tocar para Dagen. El olvidó enseguida su
preocupación. Fuera lo que fuera lo que haya pasado, se había cumplido su deseo
de tener a alguien que lo quisiera y que no lo abandonaría nunca. Ser feliz a su
lado y hacerlo feliz a él a su vez, eso era todo lo que necesitaba.
A prudente distancia, Genfirio y Sosh observaban a los
dos.
“Todavía
no comprendo porque dejó vivir a esos humanos, amo G. Por lo general, usted no
perdona a nadie ni le da valor alguno a la vida de razas inferiores.”
“Francamente,
esbirro mío, ni yo mismo entiendo mi proceder en esta ocasión. Supongo que nunca
me había tocado observar tan de cerca ese modo de expresión y comportamiento
entre los seres humanos. Una relación tan diferente a los que he visto hasta
ahora, mismas que he hecho arder y sobre las que escupí con todo mi desprecio. Esa
juventud e idealismo tan simplón e ingenuo pero de algún modo tan autentico…Siento
que conforman un sentimiento engendrado que no desaparecerá ni con la muerte ni
el tiempo.”
“Nos
tomamos demasiadas molestias por ellos.”
“Olvídalos.
No habrían servido a PUG de todas formas. Y matarlos no hará ninguna
diferencia. Es mejor dejarlos así, con sus recuerdos de la experiencia perdidos
para siempre. Los dejaremos en paz por el tiempo que les quede. Concentremos
nuestros esfuerzos en buscar miembros más dedicados. Partamos ya. Los demás nos
esperan.”
“Si,
amo G.”
Genfirio y Sosh desaparecieron.
Dagen e Izain jamás volvieron a escuchar sobre PUG. Se
limitaron a seguir adelante con sus vidas, conservando aquella unión tan
especial que habían encontrado, ignorando por completo los hechos relacionados.
Aun si hubieran recordado a PUG, lo que pasara con ellos no podría importarles
menos, teniendo suerte en mantenerse al margen de las noticias sobre los
eventos posteriores que hablaban del auge y la caída de PUG. La ambición de
Genfirio nunca llegó a consumarse y el mismo fue derrotado por una fuerza
superior, comprendiendo muy tarde que aquel acto de compasión del que fuera
testigo, de un modo u otro, había influido para su inminente final. Una historia que terminó antes de empezar
mientras la de Dagen e Izain, como muchas otras similares, continuaría. Y tal y
como Genfirio predijo, ni en la muerte encontraría un final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario