domingo, 10 de junio de 2018

PUG (Parte 3)


Dagen invitó a Izain a entrar a la casa y lo estrechó entre sus brazos.
“Me da gusto que estés aquí.”
“A mi también.”
Embargados por la intensa emoción que apenas experimentaban, el estar juntos les ocasionaba sentir el impulso de volver a besarse pero no querían estropear todo al precipitarse. Por el momento, preferían disfrutar de su mutua compañía, con actividades normales, como si fueran viejos amigos, además de intercambiar más anécdotas sobre sus pasatiempos o aficiones para seguir conociéndose mejor.
Después de un rato, Izain se acurrucó con Dagen en el sofá, y éste mantuvo abrazado mientras hundía el rostro en su cabello. Izain se incorporó, sujetando la mano derecha de Dagen, intentando medirla con la suya.
“Tus manos son mas delgadas que las mías.” Comentó Dagen. “Pero se entrelazan perfectamente.”
“Que rápido ha pasado el tiempo. A esta hora ya debería estar dormido.”
“Pues vamos a acostarnos. Supongo que no te molestará compartir la cama conmigo...”
“Claro que no.”

Dos pares de ojos luminosos observaban desde afuera. Una ligera risa se hizo escuchar repentinamente.
Izain se retiró para ponerse su ropa de dormir en otro cuarto y Dagen, que aun estaba en la sala, pudo escuchar aquella risa, produciéndole escalofríos.
“¿Escuchaste eso, Izain?”
“Debe ser el viento. Esta noche sopla muy fuerte.”
“Pero cuando sopla fuerte se escucha como si aullara, no como si alguien se riera.”
“¿Que dijiste? No te escuché.”
“Olvídalo.”
Dagen decidió no darle importancia y seguirse relajando con el chico que amaba, dejándose caer en la cama de su cuarto, esperando a que se le uniera.
Poco después, los dos se encontraban sentados, uno frente al otro, somnolientos pero aun emocionados y contentos por estar juntos. Se miraron a los ojos por unos momentos, sin decir nada.
“Me gusta el tono oscuro de tus ojos.” Dijo Dagen, embelesado.
“A mi me gustan más los tuyos. Su tono es mas claro y agradable.”
Se acercaron más y se estrecharon el uno al otro.
“Te quiero mucho.” Dijo Izain.
“Yo también.”
¿A mí o a ti mismo?”
“¡Ja, ja! Claro que a ti, tonto.”
“No quisiera separarme de ti nunca...”
“Algún día tal vez podamos vivir juntos, Izain.”
“¿En serio?”
“Se puede decir que ahora practicamos para ello.”
“Cierto.”
Callaron un rato. Izain quiso hacer lo mismo que Dagen cuando se le declaró. Recargó su cabeza en su hombro y besó suavemente su cuello.
“¿Izain?”
“¿Si?”
“Quiero besarte otra vez.”
“No tienes que pedirlo.”
Nuevamente unieron sus labios. Su sentimiento aumentaba y mantuvieron el contacto por tiempo prolongado, hasta que el sueño los venció, y se quedaron dormidos, abrazándose como niños pequeños.
Afuera, una figura de ojos luminosos los observaba, flotando en el aire, luciendo como un espectro por la forma en que el viento hacìa hondear la extraña túnica que vestía. Una mano delgada con dedos que parecían garras se extendió, presionándose contra la ventana.
La risa se emitió nuevamente pero ni Dagen ni Izain pudieron escucharla.
“Je, je, je. Disfruten mientras puedan…”

A la mañana siguiente, despertaron bañados por la luz del sol de la mañana. Dagen preparó el desayuno y charlaron animadamente mientras comían. Tras otra sesión prolongada de muestras de cariño, Izain anunció que debía volver a su casa, ansioso por ver a su madre y contarle todo antes de que ella se fuera a trabajar.
“Mientras no tengas que darle todos y cada uno de los detalles.” Dijo Dagen, con una sonrisa confidente, mientras acariciaba su cabello.
“No hará falta. Pero si…La pasé muy bien, Dagen.”
“Lo mismo digo. Recuerda. Algún día viviremos juntos.”
“Si. Sè que será así.”

Al irse Izain, Dagen cerró la puerta y se preguntó que en que podría entretenerse por el resto del día. La ansiedad lo incitaba a considerar ir con Izain más tarde y pasarse la tarde en su compañía. En lo que aguardaba, pensó en dormir un poco, ya que aun tenía sueño tras aquella larga noche de besos y caricias.
Sus planes cambiaron en un instante al escucharse una voz desconocida.
“Que bonita casa.”
Dagen se sobresaltó, temiendo que se tratara de un ladrón. Desde la cocina, emergió la figura de un muchacho. Aparentemente, de la edad de Dagen, con simular estatura y complexión. Su aspecto era entre elegante y sofisticado, con un notable porte atractivo, de rasgos finos y ojos que reflejaban inteligencia y un poco de malicia.
Le mantuvo fija la mirada mientras sonreía. Dagen tomó un viejo bastón  que había sido de su abuelo y lo blandió, temiendo que el extraño lo atacara.
“¿Quien eres tu?”
“No te pongas nervioso, amigo. Digo, estamos en el mismo bando.”
“¿Que?”
“Ya sabes. PUG.”
Dagen soltó el bastón, aliviado.
“Oh, eres el tipo que iba a venir, ¿no? Me diste un buen susto. ¿Como entraste?”
“Muy fácilmente. Dejaron la puerta abierta anoche y aproveché para introducirme. Me tomé la libertad de echarme una siesta en el armario y apenas acabó de despertar.”
“Eh... ¿Estuviste espiando?”
“Francamente así. Es lo que hacemos. Y vaya que me tocó contemplar algo muy interesante. No te molesta, ¿verdad?”
“Pues...”
El muchacho le tendió la mano y Dagen la estrechó al cabo de unos momentos de vacilación. El contacto se sintió incomodo. Su tacto era demasiado cálido, de una manera poco reconfortante.
“Mi nombre es Genfirio. Y ya sè que te llamas Dagen.”
“Mucho gusto. Supongo...”
“¿Y bien?”
“Eh...”
“Bien, Dagen. Desde un principio, fuiste muy astuto en averiguar lo de nuestro grupo. Casi nadie logra captar los mensajes secretos que dejamos esparcidos por la red. Así has demostrado tus excelentes habilidades. Eso y haber pasado exitosamente las cuatro pruebas. Significa que ya eres parte del PUG.”
“Es lo que quería...”
“No te ves tan entusiasmado como esperaba.”
“Es que es un poco...repentino. Pero si estoy contento. Ahora… ¿Podrías explicarme bien como son las funciones y objetivos claros del PUG?”
“Encantado.”
Genfirio empezó a hablar. Dagen se esforzaba por escuchar pero apenas atendía sus palabras, volviendo a ocupar su mente el recuerdo de Izain y la agradable noche que pasaron juntos.
“¿Entendiste lo que dije?”
“Si. Interesante.”
“Pero si he dicho nada coherente durante diez minutos. Estuve recitando un poema abstracto e improvisado.”
“¿Eh?”
“¡Ja, ja, ja! Sólo era para comprobar que estabas poniendo atención. Me doy cuenta de que hay algo que te distrae sobremanera y tengo una idea sobre lo que puede ser. Lo que es perfecto, ya que es así como debes realizar la quinta prueba.”
“¿Quinta prueba? Creí que esta había sido anulada. Que no necesitaba hacerla...”
“Era para que te confiaras. Si, la quinta es la más difícil y tiene que ver con la cuarta. De hecho, la cuarta no es una prueba, sino un preámbulo.”
“¿Preámbulo?”
“Encontraste algo mas importante para ti que ser parte de nuestro grupo. Ahora, para pasar la quinta prueba, debes renunciar a ello.”
“¿Como?”
“¡Vamos! No es algo tan duro, ¿o si? De todos modos, aunque ese chico Izain te haya ayudado, nosotros nos hemos dado cuenta de que no encaja con nuestros intereses. A diferencia de ti, jamás será parte del PUG. Así que rompe con él y no vuelvas a dirigirle la palabra.”
“¡No puedo hacer eso! Yo lo...”
“No creas en esas cosas. No puedes haberte enamorado de él. Simplemente fue la consecuencia de pasar tanto tiempo en su compañía, recibiendo sus disimulados coqueteos. Es una sensación muy común, casi siempre pasajera.  Además, como termine metiéndose en nuestros asuntos, los miembros más antiguos del PUG podrían considerar que representa una interferencia y ordenarían su ejecución inmediata. No merece estar en el grupo y no tiene porque fraternizar con ninguno de los nuestros. Cuando rompas con él, ya no será un problema.”
Dagen bajó la cabeza y la sacudió.
“No quiero lastimarlo. Aun si no lo quisiera de esa forma...el es mi amigo.”
“¿Amigo? No lo creo. El te ha perseguido y hostigado por años sin que te dieras cuenta. Eso no es muy saludable. Ha violado tu intimidad.”
“¿No lo hicieron conmigo también los de PUG?”
Sin perder la calma, Genfirio abofeteó a Dagen con un movimiento tan rápido que tardó en estar consciente de lo que había pasado.
“No me cambies el tema, mentecato.”
“Izan fue muy amable en ayudarme. Y con su compañía dejé de sentirme tan solo...”
“Eso tiene arreglo. No lo necesitaras más. Yo estaré contigo ahora.”
“¿Como?”
Genfirio se le acercó, abrazándolo y clavando sus ojos brillantes en los de Dagen, paralizándolo. No estaba seguro de cómo se sentía en ese momento pero el atractivo de su visitante parecía haberse acentuado más, dispersando por su cuerpo una sensación electrizante y agradable al percibir la suavidad de su contacto.
“¿Que dices?”
“Tu...eres...”
“Si. Lo sè. Irresistible, je.  En el PUG todos somos muy unidos y nadie se siente solo. Yo puedo ser especialmente cercano contigo, Dagen.”
“Esteee...”
“No seas tan tímido. Cuando me conozcas mejor, te olvidarás de ese Izain.”
Dagen no pudo decir más y dejó que Genfirio lo besara, incapaz de resistirlo. Casi sin darse cuenta, pasó todo el día y toda la noche gozando de la compañía del exótico muchacho. Él le contaba del PUG y su propósito, pero Dagen no conseguía prestar atención. No podía decidirse si se sentía mejor con él o con Izain y ese dilema amenazaba con destruirlo internamente.
Tras mucho reflexionar mientras Genfirio dormía a su lado (acaparando las cobijas), Dagen tomó una decisión.

En la mañana, después de desayunar, Dagen se dispuso a llamar a Izain para pedirle que viniera. Genfirio le dijo que no tenía hambre y eso le extrañó a Dagen, ya que no lo vio comer el día anterior y estuvieron juntos casi todo el tiempo.
“Puedo aguantar mucho tiempo sin comer.” Dijo Genfirio, sonriendo con aire inocente. “Es parte de mi filosofía de purificación del espíritu.”
“Eso no tiene sentido. ¿Es algo que practican en el PUG?”
“Eh…si. ¿Por qué no?”
Dagen prefirió no darle importancia a esa irregularidad y llamó a Izain. Al poco rato, éste se encontraba en su puerta. Genfirio le había explicado lo que debía decirle. Sea como fuera, no podía revelar que Genfirio estaba con el PUG. Cuando Izain entró, de inmediato reparó en la presencia Genfirio, que seguía sonriendo, cómodamente sentado en el sofá, con una pierna cruzada. Se había puesto una de las camisas de Dagen con evidentes intenciones de incomodar al visitante.
“Hola.”
“¿Qu-quien eres tú?”
Dagen se armó de valor para decir una gran mentira.
“Izain. El es Genfirio. He estado con él desde... hace tiempo.”
“¿Como?”
“Si. Lamento mucho decírtelo así, pero solo he estado jugando contigo.”
Izain se quedó con la boca abierta. Genfirio se incorporó para colocarse atrás de Dagen, abrazándolo por la espalda y besándolo en la nuca.
“No...No te creo, Dagen.”
“Es verdad.”
“¡No! ¡Yo nunca antes te había visto con ese sujeto! ¿Como puede ser?”
“¡Vamos, Izain! Tú no pudiste estar conmigo las 24 horas de cada día cuando ni tenías el valor de acercarte a mí. Conocí a Genfirio...mucho antes que a ti y lo de PUG...”
Izain temblaba. En parte por la tristeza y dolor que sentía por las palabras de Dagen, y en parte porque notaba el extraño y anormal brillo en los ojos de Genfirio. Lo que fuera que reflejaban aquellos ojos no era humano en absoluto.
“De verdad lo siento, Izain. Pero ya no podremos seguir viéndonos. Mejor olvídate de mi.”
Izain se dio la vuelta.
“Como quieras. Solo...cuídate.”
Izain salió corriendo, sin mirar atrás. No podía contener más las lágrimas. Al perderlo de vista, Dagen también empezó a llorar. Genfirio le dio unas palmadas en  la espalda, indiferente ante su dolor.
“Ya, ya. No es para tanto. Yo estaré contigo ahora, ¿recuerdas? ¡Nos vamos a divertir mucho! Incluso un amigo nos acompañará esta noche.”
“Pero Izain...”
“Estará bien. Créeme. No va a sufrir mucho tiempo cargando con ese corazón roto. Sosh se asegurará de eso.”
“¿Sosh?”
De repente, se sintió un leve temblor en la sala y tuvo lugar una inesperada e inexplicable aparición. Una alta figura bloqueaba la puerta. Sea lo que fuera, era un ser de brillante piel azulada, con rasgos faciales apenas identificables, vestido sólo con una chaqueta y pantalones que parecían haber pertenecido a un indigente.
“¿Qué es lo que está pasado aquí?”
“Sosh acabará con Izain. El chico sabe demasiado. No podemos dejarlo vivir.”
“¡No pueden hacerlo!”
Genfirio se encogió de hombros.
“Vamos. De todos modos el ya está sufriendo mucho. Te amaba y tú le rompiste el corazón, portándote como un maldito desgraciado. ¿Crees que querría seguir con vida, sabiendo que su amorcito está en brazos de alguien más? Le haremos un gran favor. Mi amigo le quitará amablemente ese dolor, junto con su vida. No le pierdas el rastro, Sosh.”
“Si, amo G.” Respondió el gigante con voz profunda, haciendo una reverencia desde la puerta. “El llamado Izain ha visto su ultimo amanecer en este plano.”
Sosh avanzó, pesada pero rápidamente, en busca de Izain. Dagen miró a Genfirio. Su sonrisa ahora era una mueca, exhibiendo dientes muy afilados, como si se conformara de puros colmillos.
“¿Que eres tu?”
“Soy lo que quiero ser. Un humano o... ¡Esto!
Envuelto en una serie de haces de luz compuestos de múltiples colores, Genfirio se convirtió en una intimidante criatura de piel blanca, con la cabeza en medio de una forma triangular rodeada de llamas multicolor. Tenía enormes y desproporcionabas garras pero en lugar de piernas, de la parte baja de su torso brotaba una especie de cola formada por humo, como los míticos genios.
“Mi raza fue exiliada en esta dimensión. No nos agrada la manera en que viven aquí sus habitantes ni sus ideas sobre orden social. Cambiaremos las cosas por el simple hecho de que podemos hacerlo, ya que tenemos el poder para lograrlo, por la fuerza y el exterminio masivo si es necesario. Y en cuanto tengamos suficientes adeptos, entraremos en acción. Eso es PUG, Dagen. Es lo que has elegido y ahora serás parte de ello, te guste o no.”
“A mí… ¡Ya no me importa nada de eso! ¡Sólo quiero a Izain!”
Dagen echó a correr para salvar a Izain del gigante Sosh (aunque no tenia idea de que podría hacer ante esa clase de enemigo). Genfirio no se movió cuando pasó por su lado. Dagen podía escucharlo a sus espaldas, riendo a carcajadas.

Debido al efecto de la magia de Genfirio, las calles se encontraban vacías, no habiendo nadie que pudiera ver al gigante, siguiendo a un muchacho.
Izain se volvió de pronto y al ver a Sosh, de inmediato le entró pánico.
‘’Prepárate, humano. El amo Genfirio ha decretado que debes morir.”
Izain no consiguió decir nada, pero aquella aparición confirmó su presentimiento sobre la verdadera naturaleza de ese extraño chico. Desde un principio, supuso que tenía que ver con PUG y que Dagen estaba siendo presionado para terminar con su relación. Sosh abrió su gran boca y pareció arrojar una bola de fuego azul. Ésta cayó a un lado de Izain, dejando un agujero en el suelo. Sosh alzó su enorme puño, listo para golpearlo.
Dagen apareció en el momento justo y absorbió la mayor parte del impacto con su cuerpo, cayendo sobre Izain. Éste lo sostuvo y consideró la gravedad del daño.
‘¡Dagen!’’
‘’Perdóname, Izain. No quise lastimarte....Genfirio...o lo que quiera que fuera...me estuvo controlando...me hizo mentir...’’
‘’Eso lo sè. No pudiste engañarme. Te conozco mejor de lo que crees.’
‘’Te quiero...’’
‘’Yo también.”
“¿A mí o a ti mismo?”
“Dagen…”
Sosh los miraba extrañamente. Arrojó otra bola de fuego, con la intención de eliminarlos juntos. Genfirio apareció de la nada y desvió la bola de un manotazo.
‘’Ya basta, Sosh. Estos no tienen porque morir.”
“Esa fue la orden que me fue dada y me disponía a cumplirla.”
“Y he decido cambiarla porque se me da la gana. Tengo ese derecho ¿no es así?”
“Vivo para hacer su voluntad, amo G. Pero, creí que le preocupaba lo que estos humanos pudieran revelar sobre PUG al mundo…”
‘’Eso puede arreglarse.”
Izain aferró a Dagen, viendo a Genfirio acercarse a ellos.
“Pueden tomar mi vida si quieren, pero tienen que salvar a Dagen…” Imploró Izain. “¡Por favor!”
“Apuesto a que desearías que nada de esto hubiera sucedido ¿eh? Dilo, Izain, y puedo hacer que así sea, pero entonces ustedes ya no estarán juntos.”
“Si eso salva la vida de Dagen, yo…”
Dagen tapó la boca de Izain por su mano y aun en su estado, le dirigió una desafiante mirada a Genfirio, no mostrando la más mínima señal de sentirse intimidado ante sus ojos llameantes.
“No hay porque hacer pactos, Izain…no con esta criatura...sólo hay algo que deseo y eres tú…le di demasiada importancia a lo de PUG…pero tú estuviste ahí desde antes y por eso…sè que habríamos acabado juntos de todas maneras…”
“Con eso basta para mí.” Genfirio chasqueó sus largos dedos con forma de garras, despidiendo una llama purpura y azul que se expandió por encima de ellos. “Nunca nos conocimos. Deseo concedido.”

Dagen estaba en casa de Izain, ambos confundidos. Ninguno de los dos recordaba cuando ni como llegaron ahí. De hecho, no recordaban muchas cosas. Sobre todo Dagen. Sabia que había descubierto que la persona que le enviaba cartas de amor era Izain, que se hicieron amigos y acabaron enamorándose, pero no conseguía recordar como inició todo ni que habían hecho para volverse tan cercanos. Le preguntó a Izain que pasaba, pero él solo sonrió y dijo que nada importaba, mientras ellos estuvieran juntos. Después, Izain se sentó ante el piano y se puso a tocar para Dagen. El olvidó enseguida su preocupación. Fuera lo que fuera lo que haya pasado, se había cumplido su deseo de tener a alguien que lo quisiera y que no lo abandonaría nunca. Ser feliz a su lado y hacerlo feliz a él a su vez, eso era todo lo que necesitaba.

A prudente distancia, Genfirio y Sosh observaban a los dos.
“Todavía no comprendo porque dejó vivir a esos humanos, amo G. Por lo general, usted no perdona a nadie ni le da valor alguno a la vida de razas inferiores.”
“Francamente, esbirro mío, ni yo mismo entiendo mi proceder en esta ocasión. Supongo que nunca me había tocado observar tan de cerca ese modo de expresión y comportamiento entre los seres humanos. Una relación tan diferente a los que he visto hasta ahora, mismas que he hecho arder y sobre las que escupí con todo mi desprecio. Esa juventud e idealismo tan simplón e ingenuo pero de algún modo tan autentico…Siento que conforman un sentimiento engendrado que no desaparecerá ni con la muerte ni el tiempo.”
“Nos tomamos demasiadas molestias por ellos.”
“Olvídalos. No habrían servido a PUG de todas formas. Y matarlos no hará ninguna diferencia. Es mejor dejarlos así, con sus recuerdos de la experiencia perdidos para siempre. Los dejaremos en paz por el tiempo que les quede. Concentremos nuestros esfuerzos en buscar miembros más dedicados. Partamos ya. Los demás nos esperan.”
“Si, amo G.”
Genfirio y Sosh desaparecieron.

Dagen e Izain jamás volvieron a escuchar sobre PUG. Se limitaron a seguir adelante con sus vidas, conservando aquella unión tan especial que habían encontrado, ignorando por completo los hechos relacionados. Aun si hubieran recordado a PUG, lo que pasara con ellos no podría importarles menos, teniendo suerte en mantenerse al margen de las noticias sobre los eventos posteriores que hablaban del auge y la caída de PUG. La ambición de Genfirio nunca llegó a consumarse y el mismo fue derrotado por una fuerza superior, comprendiendo muy tarde que aquel acto de compasión del que fuera testigo, de un modo u otro, había influido para su inminente final.  Una historia que terminó antes de empezar mientras la de Dagen e Izain, como muchas otras similares, continuaría. Y tal y como Genfirio predijo, ni en la muerte encontraría un final.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario