domingo, 10 de junio de 2018

PUG (Parte 3)


Dagen invitó a Izain a entrar a la casa y lo estrechó entre sus brazos.
“Me da gusto que estés aquí.”
“A mi también.”
Embargados por la intensa emoción que apenas experimentaban, el estar juntos les ocasionaba sentir el impulso de volver a besarse pero no querían estropear todo al precipitarse. Por el momento, preferían disfrutar de su mutua compañía, con actividades normales, como si fueran viejos amigos, además de intercambiar más anécdotas sobre sus pasatiempos o aficiones para seguir conociéndose mejor.
Después de un rato, Izain se acurrucó con Dagen en el sofá, y éste mantuvo abrazado mientras hundía el rostro en su cabello. Izain se incorporó, sujetando la mano derecha de Dagen, intentando medirla con la suya.
“Tus manos son mas delgadas que las mías.” Comentó Dagen. “Pero se entrelazan perfectamente.”
“Que rápido ha pasado el tiempo. A esta hora ya debería estar dormido.”
“Pues vamos a acostarnos. Supongo que no te molestará compartir la cama conmigo...”
“Claro que no.”

Dos pares de ojos luminosos observaban desde afuera. Una ligera risa se hizo escuchar repentinamente.
Izain se retiró para ponerse su ropa de dormir en otro cuarto y Dagen, que aun estaba en la sala, pudo escuchar aquella risa, produciéndole escalofríos.
“¿Escuchaste eso, Izain?”
“Debe ser el viento. Esta noche sopla muy fuerte.”
“Pero cuando sopla fuerte se escucha como si aullara, no como si alguien se riera.”
“¿Que dijiste? No te escuché.”
“Olvídalo.”
Dagen decidió no darle importancia y seguirse relajando con el chico que amaba, dejándose caer en la cama de su cuarto, esperando a que se le uniera.
Poco después, los dos se encontraban sentados, uno frente al otro, somnolientos pero aun emocionados y contentos por estar juntos. Se miraron a los ojos por unos momentos, sin decir nada.
“Me gusta el tono oscuro de tus ojos.” Dijo Dagen, embelesado.
“A mi me gustan más los tuyos. Su tono es mas claro y agradable.”
Se acercaron más y se estrecharon el uno al otro.
“Te quiero mucho.” Dijo Izain.
“Yo también.”
¿A mí o a ti mismo?”
“¡Ja, ja! Claro que a ti, tonto.”
“No quisiera separarme de ti nunca...”
“Algún día tal vez podamos vivir juntos, Izain.”
“¿En serio?”
“Se puede decir que ahora practicamos para ello.”
“Cierto.”
Callaron un rato. Izain quiso hacer lo mismo que Dagen cuando se le declaró. Recargó su cabeza en su hombro y besó suavemente su cuello.
“¿Izain?”
“¿Si?”
“Quiero besarte otra vez.”
“No tienes que pedirlo.”
Nuevamente unieron sus labios. Su sentimiento aumentaba y mantuvieron el contacto por tiempo prolongado, hasta que el sueño los venció, y se quedaron dormidos, abrazándose como niños pequeños.
Afuera, una figura de ojos luminosos los observaba, flotando en el aire, luciendo como un espectro por la forma en que el viento hacìa hondear la extraña túnica que vestía. Una mano delgada con dedos que parecían garras se extendió, presionándose contra la ventana.
La risa se emitió nuevamente pero ni Dagen ni Izain pudieron escucharla.
“Je, je, je. Disfruten mientras puedan…”

A la mañana siguiente, despertaron bañados por la luz del sol de la mañana. Dagen preparó el desayuno y charlaron animadamente mientras comían. Tras otra sesión prolongada de muestras de cariño, Izain anunció que debía volver a su casa, ansioso por ver a su madre y contarle todo antes de que ella se fuera a trabajar.
“Mientras no tengas que darle todos y cada uno de los detalles.” Dijo Dagen, con una sonrisa confidente, mientras acariciaba su cabello.
“No hará falta. Pero si…La pasé muy bien, Dagen.”
“Lo mismo digo. Recuerda. Algún día viviremos juntos.”
“Si. Sè que será así.”

Al irse Izain, Dagen cerró la puerta y se preguntó que en que podría entretenerse por el resto del día. La ansiedad lo incitaba a considerar ir con Izain más tarde y pasarse la tarde en su compañía. En lo que aguardaba, pensó en dormir un poco, ya que aun tenía sueño tras aquella larga noche de besos y caricias.
Sus planes cambiaron en un instante al escucharse una voz desconocida.
“Que bonita casa.”
Dagen se sobresaltó, temiendo que se tratara de un ladrón. Desde la cocina, emergió la figura de un muchacho. Aparentemente, de la edad de Dagen, con simular estatura y complexión. Su aspecto era entre elegante y sofisticado, con un notable porte atractivo, de rasgos finos y ojos que reflejaban inteligencia y un poco de malicia.
Le mantuvo fija la mirada mientras sonreía. Dagen tomó un viejo bastón  que había sido de su abuelo y lo blandió, temiendo que el extraño lo atacara.
“¿Quien eres tu?”
“No te pongas nervioso, amigo. Digo, estamos en el mismo bando.”
“¿Que?”
“Ya sabes. PUG.”
Dagen soltó el bastón, aliviado.
“Oh, eres el tipo que iba a venir, ¿no? Me diste un buen susto. ¿Como entraste?”
“Muy fácilmente. Dejaron la puerta abierta anoche y aproveché para introducirme. Me tomé la libertad de echarme una siesta en el armario y apenas acabó de despertar.”
“Eh... ¿Estuviste espiando?”
“Francamente así. Es lo que hacemos. Y vaya que me tocó contemplar algo muy interesante. No te molesta, ¿verdad?”
“Pues...”
El muchacho le tendió la mano y Dagen la estrechó al cabo de unos momentos de vacilación. El contacto se sintió incomodo. Su tacto era demasiado cálido, de una manera poco reconfortante.
“Mi nombre es Genfirio. Y ya sè que te llamas Dagen.”
“Mucho gusto. Supongo...”
“¿Y bien?”
“Eh...”
“Bien, Dagen. Desde un principio, fuiste muy astuto en averiguar lo de nuestro grupo. Casi nadie logra captar los mensajes secretos que dejamos esparcidos por la red. Así has demostrado tus excelentes habilidades. Eso y haber pasado exitosamente las cuatro pruebas. Significa que ya eres parte del PUG.”
“Es lo que quería...”
“No te ves tan entusiasmado como esperaba.”
“Es que es un poco...repentino. Pero si estoy contento. Ahora… ¿Podrías explicarme bien como son las funciones y objetivos claros del PUG?”
“Encantado.”
Genfirio empezó a hablar. Dagen se esforzaba por escuchar pero apenas atendía sus palabras, volviendo a ocupar su mente el recuerdo de Izain y la agradable noche que pasaron juntos.
“¿Entendiste lo que dije?”
“Si. Interesante.”
“Pero si he dicho nada coherente durante diez minutos. Estuve recitando un poema abstracto e improvisado.”
“¿Eh?”
“¡Ja, ja, ja! Sólo era para comprobar que estabas poniendo atención. Me doy cuenta de que hay algo que te distrae sobremanera y tengo una idea sobre lo que puede ser. Lo que es perfecto, ya que es así como debes realizar la quinta prueba.”
“¿Quinta prueba? Creí que esta había sido anulada. Que no necesitaba hacerla...”
“Era para que te confiaras. Si, la quinta es la más difícil y tiene que ver con la cuarta. De hecho, la cuarta no es una prueba, sino un preámbulo.”
“¿Preámbulo?”
“Encontraste algo mas importante para ti que ser parte de nuestro grupo. Ahora, para pasar la quinta prueba, debes renunciar a ello.”
“¿Como?”
“¡Vamos! No es algo tan duro, ¿o si? De todos modos, aunque ese chico Izain te haya ayudado, nosotros nos hemos dado cuenta de que no encaja con nuestros intereses. A diferencia de ti, jamás será parte del PUG. Así que rompe con él y no vuelvas a dirigirle la palabra.”
“¡No puedo hacer eso! Yo lo...”
“No creas en esas cosas. No puedes haberte enamorado de él. Simplemente fue la consecuencia de pasar tanto tiempo en su compañía, recibiendo sus disimulados coqueteos. Es una sensación muy común, casi siempre pasajera.  Además, como termine metiéndose en nuestros asuntos, los miembros más antiguos del PUG podrían considerar que representa una interferencia y ordenarían su ejecución inmediata. No merece estar en el grupo y no tiene porque fraternizar con ninguno de los nuestros. Cuando rompas con él, ya no será un problema.”
Dagen bajó la cabeza y la sacudió.
“No quiero lastimarlo. Aun si no lo quisiera de esa forma...el es mi amigo.”
“¿Amigo? No lo creo. El te ha perseguido y hostigado por años sin que te dieras cuenta. Eso no es muy saludable. Ha violado tu intimidad.”
“¿No lo hicieron conmigo también los de PUG?”
Sin perder la calma, Genfirio abofeteó a Dagen con un movimiento tan rápido que tardó en estar consciente de lo que había pasado.
“No me cambies el tema, mentecato.”
“Izan fue muy amable en ayudarme. Y con su compañía dejé de sentirme tan solo...”
“Eso tiene arreglo. No lo necesitaras más. Yo estaré contigo ahora.”
“¿Como?”
Genfirio se le acercó, abrazándolo y clavando sus ojos brillantes en los de Dagen, paralizándolo. No estaba seguro de cómo se sentía en ese momento pero el atractivo de su visitante parecía haberse acentuado más, dispersando por su cuerpo una sensación electrizante y agradable al percibir la suavidad de su contacto.
“¿Que dices?”
“Tu...eres...”
“Si. Lo sè. Irresistible, je.  En el PUG todos somos muy unidos y nadie se siente solo. Yo puedo ser especialmente cercano contigo, Dagen.”
“Esteee...”
“No seas tan tímido. Cuando me conozcas mejor, te olvidarás de ese Izain.”
Dagen no pudo decir más y dejó que Genfirio lo besara, incapaz de resistirlo. Casi sin darse cuenta, pasó todo el día y toda la noche gozando de la compañía del exótico muchacho. Él le contaba del PUG y su propósito, pero Dagen no conseguía prestar atención. No podía decidirse si se sentía mejor con él o con Izain y ese dilema amenazaba con destruirlo internamente.
Tras mucho reflexionar mientras Genfirio dormía a su lado (acaparando las cobijas), Dagen tomó una decisión.

En la mañana, después de desayunar, Dagen se dispuso a llamar a Izain para pedirle que viniera. Genfirio le dijo que no tenía hambre y eso le extrañó a Dagen, ya que no lo vio comer el día anterior y estuvieron juntos casi todo el tiempo.
“Puedo aguantar mucho tiempo sin comer.” Dijo Genfirio, sonriendo con aire inocente. “Es parte de mi filosofía de purificación del espíritu.”
“Eso no tiene sentido. ¿Es algo que practican en el PUG?”
“Eh…si. ¿Por qué no?”
Dagen prefirió no darle importancia a esa irregularidad y llamó a Izain. Al poco rato, éste se encontraba en su puerta. Genfirio le había explicado lo que debía decirle. Sea como fuera, no podía revelar que Genfirio estaba con el PUG. Cuando Izain entró, de inmediato reparó en la presencia Genfirio, que seguía sonriendo, cómodamente sentado en el sofá, con una pierna cruzada. Se había puesto una de las camisas de Dagen con evidentes intenciones de incomodar al visitante.
“Hola.”
“¿Qu-quien eres tú?”
Dagen se armó de valor para decir una gran mentira.
“Izain. El es Genfirio. He estado con él desde... hace tiempo.”
“¿Como?”
“Si. Lamento mucho decírtelo así, pero solo he estado jugando contigo.”
Izain se quedó con la boca abierta. Genfirio se incorporó para colocarse atrás de Dagen, abrazándolo por la espalda y besándolo en la nuca.
“No...No te creo, Dagen.”
“Es verdad.”
“¡No! ¡Yo nunca antes te había visto con ese sujeto! ¿Como puede ser?”
“¡Vamos, Izain! Tú no pudiste estar conmigo las 24 horas de cada día cuando ni tenías el valor de acercarte a mí. Conocí a Genfirio...mucho antes que a ti y lo de PUG...”
Izain temblaba. En parte por la tristeza y dolor que sentía por las palabras de Dagen, y en parte porque notaba el extraño y anormal brillo en los ojos de Genfirio. Lo que fuera que reflejaban aquellos ojos no era humano en absoluto.
“De verdad lo siento, Izain. Pero ya no podremos seguir viéndonos. Mejor olvídate de mi.”
Izain se dio la vuelta.
“Como quieras. Solo...cuídate.”
Izain salió corriendo, sin mirar atrás. No podía contener más las lágrimas. Al perderlo de vista, Dagen también empezó a llorar. Genfirio le dio unas palmadas en  la espalda, indiferente ante su dolor.
“Ya, ya. No es para tanto. Yo estaré contigo ahora, ¿recuerdas? ¡Nos vamos a divertir mucho! Incluso un amigo nos acompañará esta noche.”
“Pero Izain...”
“Estará bien. Créeme. No va a sufrir mucho tiempo cargando con ese corazón roto. Sosh se asegurará de eso.”
“¿Sosh?”
De repente, se sintió un leve temblor en la sala y tuvo lugar una inesperada e inexplicable aparición. Una alta figura bloqueaba la puerta. Sea lo que fuera, era un ser de brillante piel azulada, con rasgos faciales apenas identificables, vestido sólo con una chaqueta y pantalones que parecían haber pertenecido a un indigente.
“¿Qué es lo que está pasado aquí?”
“Sosh acabará con Izain. El chico sabe demasiado. No podemos dejarlo vivir.”
“¡No pueden hacerlo!”
Genfirio se encogió de hombros.
“Vamos. De todos modos el ya está sufriendo mucho. Te amaba y tú le rompiste el corazón, portándote como un maldito desgraciado. ¿Crees que querría seguir con vida, sabiendo que su amorcito está en brazos de alguien más? Le haremos un gran favor. Mi amigo le quitará amablemente ese dolor, junto con su vida. No le pierdas el rastro, Sosh.”
“Si, amo G.” Respondió el gigante con voz profunda, haciendo una reverencia desde la puerta. “El llamado Izain ha visto su ultimo amanecer en este plano.”
Sosh avanzó, pesada pero rápidamente, en busca de Izain. Dagen miró a Genfirio. Su sonrisa ahora era una mueca, exhibiendo dientes muy afilados, como si se conformara de puros colmillos.
“¿Que eres tu?”
“Soy lo que quiero ser. Un humano o... ¡Esto!
Envuelto en una serie de haces de luz compuestos de múltiples colores, Genfirio se convirtió en una intimidante criatura de piel blanca, con la cabeza en medio de una forma triangular rodeada de llamas multicolor. Tenía enormes y desproporcionabas garras pero en lugar de piernas, de la parte baja de su torso brotaba una especie de cola formada por humo, como los míticos genios.
“Mi raza fue exiliada en esta dimensión. No nos agrada la manera en que viven aquí sus habitantes ni sus ideas sobre orden social. Cambiaremos las cosas por el simple hecho de que podemos hacerlo, ya que tenemos el poder para lograrlo, por la fuerza y el exterminio masivo si es necesario. Y en cuanto tengamos suficientes adeptos, entraremos en acción. Eso es PUG, Dagen. Es lo que has elegido y ahora serás parte de ello, te guste o no.”
“A mí… ¡Ya no me importa nada de eso! ¡Sólo quiero a Izain!”
Dagen echó a correr para salvar a Izain del gigante Sosh (aunque no tenia idea de que podría hacer ante esa clase de enemigo). Genfirio no se movió cuando pasó por su lado. Dagen podía escucharlo a sus espaldas, riendo a carcajadas.

Debido al efecto de la magia de Genfirio, las calles se encontraban vacías, no habiendo nadie que pudiera ver al gigante, siguiendo a un muchacho.
Izain se volvió de pronto y al ver a Sosh, de inmediato le entró pánico.
‘’Prepárate, humano. El amo Genfirio ha decretado que debes morir.”
Izain no consiguió decir nada, pero aquella aparición confirmó su presentimiento sobre la verdadera naturaleza de ese extraño chico. Desde un principio, supuso que tenía que ver con PUG y que Dagen estaba siendo presionado para terminar con su relación. Sosh abrió su gran boca y pareció arrojar una bola de fuego azul. Ésta cayó a un lado de Izain, dejando un agujero en el suelo. Sosh alzó su enorme puño, listo para golpearlo.
Dagen apareció en el momento justo y absorbió la mayor parte del impacto con su cuerpo, cayendo sobre Izain. Éste lo sostuvo y consideró la gravedad del daño.
‘¡Dagen!’’
‘’Perdóname, Izain. No quise lastimarte....Genfirio...o lo que quiera que fuera...me estuvo controlando...me hizo mentir...’’
‘’Eso lo sè. No pudiste engañarme. Te conozco mejor de lo que crees.’
‘’Te quiero...’’
‘’Yo también.”
“¿A mí o a ti mismo?”
“Dagen…”
Sosh los miraba extrañamente. Arrojó otra bola de fuego, con la intención de eliminarlos juntos. Genfirio apareció de la nada y desvió la bola de un manotazo.
‘’Ya basta, Sosh. Estos no tienen porque morir.”
“Esa fue la orden que me fue dada y me disponía a cumplirla.”
“Y he decido cambiarla porque se me da la gana. Tengo ese derecho ¿no es así?”
“Vivo para hacer su voluntad, amo G. Pero, creí que le preocupaba lo que estos humanos pudieran revelar sobre PUG al mundo…”
‘’Eso puede arreglarse.”
Izain aferró a Dagen, viendo a Genfirio acercarse a ellos.
“Pueden tomar mi vida si quieren, pero tienen que salvar a Dagen…” Imploró Izain. “¡Por favor!”
“Apuesto a que desearías que nada de esto hubiera sucedido ¿eh? Dilo, Izain, y puedo hacer que así sea, pero entonces ustedes ya no estarán juntos.”
“Si eso salva la vida de Dagen, yo…”
Dagen tapó la boca de Izain por su mano y aun en su estado, le dirigió una desafiante mirada a Genfirio, no mostrando la más mínima señal de sentirse intimidado ante sus ojos llameantes.
“No hay porque hacer pactos, Izain…no con esta criatura...sólo hay algo que deseo y eres tú…le di demasiada importancia a lo de PUG…pero tú estuviste ahí desde antes y por eso…sè que habríamos acabado juntos de todas maneras…”
“Con eso basta para mí.” Genfirio chasqueó sus largos dedos con forma de garras, despidiendo una llama purpura y azul que se expandió por encima de ellos. “Nunca nos conocimos. Deseo concedido.”

Dagen estaba en casa de Izain, ambos confundidos. Ninguno de los dos recordaba cuando ni como llegaron ahí. De hecho, no recordaban muchas cosas. Sobre todo Dagen. Sabia que había descubierto que la persona que le enviaba cartas de amor era Izain, que se hicieron amigos y acabaron enamorándose, pero no conseguía recordar como inició todo ni que habían hecho para volverse tan cercanos. Le preguntó a Izain que pasaba, pero él solo sonrió y dijo que nada importaba, mientras ellos estuvieran juntos. Después, Izain se sentó ante el piano y se puso a tocar para Dagen. El olvidó enseguida su preocupación. Fuera lo que fuera lo que haya pasado, se había cumplido su deseo de tener a alguien que lo quisiera y que no lo abandonaría nunca. Ser feliz a su lado y hacerlo feliz a él a su vez, eso era todo lo que necesitaba.

A prudente distancia, Genfirio y Sosh observaban a los dos.
“Todavía no comprendo porque dejó vivir a esos humanos, amo G. Por lo general, usted no perdona a nadie ni le da valor alguno a la vida de razas inferiores.”
“Francamente, esbirro mío, ni yo mismo entiendo mi proceder en esta ocasión. Supongo que nunca me había tocado observar tan de cerca ese modo de expresión y comportamiento entre los seres humanos. Una relación tan diferente a los que he visto hasta ahora, mismas que he hecho arder y sobre las que escupí con todo mi desprecio. Esa juventud e idealismo tan simplón e ingenuo pero de algún modo tan autentico…Siento que conforman un sentimiento engendrado que no desaparecerá ni con la muerte ni el tiempo.”
“Nos tomamos demasiadas molestias por ellos.”
“Olvídalos. No habrían servido a PUG de todas formas. Y matarlos no hará ninguna diferencia. Es mejor dejarlos así, con sus recuerdos de la experiencia perdidos para siempre. Los dejaremos en paz por el tiempo que les quede. Concentremos nuestros esfuerzos en buscar miembros más dedicados. Partamos ya. Los demás nos esperan.”
“Si, amo G.”
Genfirio y Sosh desaparecieron.

Dagen e Izain jamás volvieron a escuchar sobre PUG. Se limitaron a seguir adelante con sus vidas, conservando aquella unión tan especial que habían encontrado, ignorando por completo los hechos relacionados. Aun si hubieran recordado a PUG, lo que pasara con ellos no podría importarles menos, teniendo suerte en mantenerse al margen de las noticias sobre los eventos posteriores que hablaban del auge y la caída de PUG. La ambición de Genfirio nunca llegó a consumarse y el mismo fue derrotado por una fuerza superior, comprendiendo muy tarde que aquel acto de compasión del que fuera testigo, de un modo u otro, había influido para su inminente final.  Una historia que terminó antes de empezar mientras la de Dagen e Izain, como muchas otras similares, continuaría. Y tal y como Genfirio predijo, ni en la muerte encontraría un final.

sábado, 9 de junio de 2018

PUG (Parte 2)



Tuvieron que pasar tres días para que a Dagen se le pasara el disgusto, entrando en razón y recapacitando sobre su reacción ante el error de Izain. No podía dejar que por ese episodio perdiera al único que podía ayudarle en su camino para unirse a PUG. Era difícil comprender que un chico se sintiera atraído por él pero no podía culparlo. Fuera lo que fuera aquello que Izain veía en él lo aturdía demasiado y por eso podía llegar a ser  descuidado. Y por ello, tenía que ser paciente y comprensivo, consciente que debía tragarse su orgullo y disculparse.
Decidido a no posponerlo más, tomó el teléfono para llamarlo. Izan contestó casi de inmediato, como si estuviera esperando su llamada.
“¿Bu-bueno?”
“¿Izain?”
“Ah...Dagen...”
“Oye, solo llamaba para...este...disculparme por haberme enojado contigo...”
“No tienes por qué. Fue mi culpa. Debí...”
“Aja. Entonces... ¿cuento contigo para seguir con las pruebas?”
“Si. Desde luego.”
Dagen suavizó su voz, siguiendo su estrategia para asegurarse de ganárselo.
“Si quieres puedes venir a mi casa hoy para, tú sabes, pasar el rato. Ya me comí el salmón, y te aseguro que no te habría hecho bien. Me mantuvo enfermo del estomago todo el día pero si vienes, puedo preparar algo de...”
“Lo siento. No puedo ir ahora. Mi mama no se siente bien hoy y tiene que guardar cama. Debo quedarme para cuidarla.”
“Comprendo. Tal vez mañana...”
“¿Dagen?”
“¿Si?”
“¿No podrías venir a mi casa tú? Digo, si quieres...”
Dagen lo pensó un momento y decidió que no tenía caso negarse ante su petición.
“Está bien. No hay problema. Dame la dirección y voy de inmediato.”
Mas tarde, Dagen se adentraba en un humilde vecindario, buscando la casa de Izain. Le tomó como diez minutos para encontrarla y el mismo Izain lo recibió en la puerta.
“Dagen. Pa-pasa.”
Dagen se sorprendió al estar dentro. Por fuera la casa mostraba un aspecto lamentable, pero adentro era mucho mas agradable. Había algunos muebles, mesas y manualidades baratas, propiciando un ambiente acogedor. Izain lo observaba con timidez, temiendo lo que pudiera decir.
“Que bonita casa, Izain. Y pensar que viven en este barrio tan...lúgubre.”
“Mi madre cree que es un buen vecindario. Ella trabaja duro para mantener la casa y a mi.”
“¿Dijiste que estaba enferma?”
“No. Solo cansada. Ella...”
La madre de Izain apareció en el umbral de la sala, envuelta en una cobija, y se aproximó a los dos muchachos. Era una mujer joven todavía, pero algo demacrada, acentuándose en su expresión el agotamiento por un trabajo que ameritaba constantes desvelos y uso constante de la fuerza de voluntad.
“Tú debes ser Dagen. Bienvenido.”
“S-si. Mucho gusto, señora.”
Ella sonrió y acarició la cabeza de Dagen, incomodándolo un poco.
“Izain habla mucho de ti. Me alegra que hayas venido a visitarnos. Mi hijo no tiene muchos amigos.”
Dagen pensó que debía decir algo para rectificar.
“El es...el mejor amigo que he tenido.”
“¿Lo es? Que bueno.”
Izain miraba a Dagen con ansiedad. Quería creer desesperadamente que lo hubiese dicho en serio, pero no podía asegurarlo. Su madre se acercó a él y lo besó en la frente.
“Les preparé algo de comer a ti y a tu amigo, Izain.”
“Pero estás cansada, mama. Deja que yo me haga cargo.”
“No, descuida. No estoy tan mal como para no entrarle un poco a la cocina. Además, es una ocasión especial porque es la primera vez que tu amigo viene de visita.”
“Está bien, mama. Pero yo lavaré los platos ¿si?”
Mientras comían media hora mas tarde, Dagen estaba pensativo. Podía percibir que Izain y su madre estaban muy unidos. Incluso sospechaba que ella estaba consciente de lo que su hijo sentía por su invitado (y no porque Izain se lo hubiera confesado, algo que dudaba mucho). Esa comprensión entre ambos lo perturbaba, porque Dagen no conocía nada de eso. Sus padres eran tan distantes, inmersos en sus trabajos aburridos, y apenas existía la comunicación entre los tres. Desde pequeño, se sintió apartado por ellos, refugiándose en la cotidiana vida escolar donde sólo se adaptaba sin sentir que realizaba nada particularmente importante, manteniéndose así hasta que encontró la irregular motivación de PUG. Pero verlos a ellos dos de esa forma, le producía una sensación casi dolorosa, porque le hacia recordar algo que había perdido. O más bien, algo que nunca tuvo.
“Dagen, ¿quieres venir a mi cuarto?” Le preguntó Izain cuando terminaron de comer y lavar los platos.
“Bueno...”
En el cuarto Izain, pequeño y ordenado, había un viejo piano al lado de la cama y llamó la atención de Dagen.
“¿Tocas el piano, Izain?”
“Si. Desde hace años. Es lo que hago para entretenerme. Mi mama tuvo que hacer muchos sacrificios para comprármelo y pagarme las lecciones con las que aprendí a tocarlo. No soy muy bueno aun pero…”
“Tu madre te quiere mucho, ¿verdad?”
“Si. Yo soy todo lo que tiene. O eso es lo que dice ella, pero yo también la quiero.”
“¿Trabaja demasiado?”
“Si. Tiene que mantener dos empleos que le consumen la mayor parte del día y a veces le toca cumplir encargos extra. No me gusta pero ella dice que aun soy muy joven como para ayudarla y prefiere que me limite a estudiar.”
“Ya veo…”
Izain se dio cuenta de la expresión triste que se reflejaba en Dagen.
“¿Te sientes bien? Te veo un poco desanimado.”
“No es nada. Solo pensaba que...tú eres muy afortunado. Ya te habrás dado cuenta de que mis padres nunca están en casa. Prácticamente vivo solo. Tu tienes a tu madre y yo no tengo a nadie.”
Izain se acercó a Dagen y lo abrazó por la espalda. Dagen se estremeció ante el inesperado y cariñoso contacto, pero esta vez no se resistió.
“No es cierto, Dagen. Yo te quiero mucho.”
“Izain, recuerda que yo no...”
“En estos momentos no te lo digo porque me gustes. Es que...a fin de cuentas, creo que nos hemos vuelto amigos y los amigos se quieren entre si ¿o no?”
“Bueno, admito que estaba necesitando un abrazo…”
“No me gusta verte así, tan triste. Déjame hacer algo para que te sientas mejor.”
A pesar de todo, Dagen empezó a dejarse de sentir vulnerable, temiendo que Izain tratara de besarlo con consecuencias que no tardarían en desatarse (su puño en su cara en su propia casa y en su propio cuarto). Pero en vez de eso, él se apartó y se sentó frente al piano, empezando a tocar una hermosa melodía. Dagen quedó sorprendido y aliviado a la vez. No era amante de esa clase de música pero era un sonido agradable y tranquilizador.
“Tocas muy bien, Izain. No tenía idea...”
“La música me alegra cuando estoy triste.”
“¿Esto es lo que sueles hacer? ¿Que puede ponerte triste?”
“Solo una cosa, pero no hace falta decirlo. Me alegra que, al menos, estés aquí…”
“¿Eh?”
“N-no me hagas caso, Dagen. Solo relájate y escucha.”
Durante media hora, Dagen disfrutó del concierto privado que Izain le oficiaba, interpretando diferentes melodías del limitado repertorio que dominaba. Los sentidos de Dagen se sentían afectados por la música, pero no era sólo el sonido. Podía percibir la pasión con la que Izain tocaba esas teclas, provocando que hasta su corazón se acelerara. No había imaginado que él tuviera tales habilidades, sintiéndose cautivado en cierta forma por el descubrimiento.
Hubiera querido quedarse más tiempo pero Dagen se sacudió el aturdimiento, decidiendo que ya era hora de irse. Había hecho su buena obra, reparando el daño del incidente anterior. Se despidió amablemente de la madre de Izain y felicitó a este por sus habilidades musicales.
“Tenemos que esperar por la tercera prueba. Yo te llamaré cuando me den el aviso.”
“De acuerdo. Pero ¿estas bien? ¿Ya no te sientes triste?”
“Me siento mejor. Gracias. Es solo que tú tienes una mejor vida que yo...”
“No es así. Sólo tenemos vidas diferentes pero estoy seguro que también tienes algo bueno.”
“Ahora si. Nos vemos, Izain.”
“Cuídate mucho.”
Izain lo abrazó afectuosamente y Dagen no se resistió, devolviéndoselo con torpeza. Tardó casi un minuto entero en dejarlo ir y darse la vuelta para retirarse.

Al regresar a su casa, Dagen se dio cuenta de que había recibido un nuevo mensaje, anunciando cuando y en que consistía la tercera prueba.
Espero pacientemente hasta que llegó el día.
Dagen llamó a Izain para que viniera a su casa, ya que la prueba se realizaría ahí de nuevo. Izain acudió prontamente y Dagen se emocionó al verlo pero intentó disimular, actuando con naturalidad.
“¿Y ahora que haremos?”
“Es casi como la prueba de la cacería de estrellas...pero mas peligrosa. Tiene que ver con fuego.”
“¿Fuego?”
“Para eso hay que usar esto.” Dagen sacó un extintor. “No sè de donde, pero dijeron que aparecerían serpientes de fuego. Lo que tenemos que hacer es extinguirlas a todas sin que nos dejemos tocar por el fuego.”
Izain tragó saliva.
“No te preocupes. Si nos quemamos, aplicaremos esto y no pasara nada. Lo importante es acabar con todas esas.... ¡Ah!”
En segundos, Dagen e Izain se vieron rodeados por serpientes de fuego que se arrastraban por el césped, habiendo surgido de la nada.
“¿Como pueden moverse sin quemar nada?” Se preguntó Izain, observándolas con temor y confusión. “¡El suelo está intacto pero arden y se puede sentir el calor!”
“Cálmate. Anoche llovió y el césped sigue húmedo. Eso explica todo. Hay que empezar a extinguir ya. ¡Toma el otro extintor de inmediato!”
Y así comenzaron. Las serpientes eran rápidas y los reflejos de los dos muchachos también. Tenían que correr de un lado para otro para evitar que ellas los tocaran. En cuanto el extintor se activaba, estas desaparecían. Lo extraño era que al ser extinguidas no dejaban rastros, lo cual desmentía la teoría de que fueran robots o seres sintéticos. Era como si fueran fuego animado por alguna influencia incomprensible.
Izain fue “mordido” por una de ellas y su pantalón empezó a arder. Dagen se apresuró a socorrerlo, pasando por varias serpientes, evitando que la ropa de su compañero se consumiera. Después, terminó con las últimas serpientes.
“¿Estas bien?”
“Si. Aunque casi pierdo mis pantalones...”
“Creo que pasamos la prueba. ¿Que te parece? ¡Ya solo faltan dos!”
“Que bueno. ¿Pero no lo habré arruinado?”
“No. Se referían a quemaduras en el cuerpo. La ropa no cuenta.”
Sin querer, el brazo de Izain rozó el de Dagen y le produjo escalofríos. No había visto a Izain desde que fue a visitarlo y había querido evitar pensar en él, sintiéndose extraño cuando lo hacía.
“Dagen, me alegra que pronto tu sueño se hará realidad.”
“Bueno...No lo habría logrado sin ti.”
“Me halagas. Pero creo yo no hubiera ayudado a ninguna otra persona para esto, ¿sabes?”
“Eh...”
“¿Vamos a celebrar adentro?”
“De...de hecho. No me siento muy bien. Todas esas serpientes me marearon con su calor. Si, me dieron dolor de cabeza. Mejor regresa a tu casa y yo descansaré aquí. Ya nos veremos después.”
“Bueno. Si es lo que quieres...”
Dagen pudo notar la expresión herida de Izain y sintió remordimiento. Pero no se echó para atrás. Cuando él se perdió de vista, Dagen entró a la casa y fue directo a su cuarto. No tenía ganas de ver los resultados de la prueba, prefiriendo recostarse. No podía entender lo que le estaba ocurriendo.
Todo había empezado con él tratando de usar a Izain, aprovechándose sus sentimientos. Al principio le eran indiferentes sus insinuaciones, pero evidentemente la situación había cambiado. No había sentido lo mismo antes con ninguna chica. Pero era absurdo. No quería pensar que estuviese empezando a enamorarse de su compañero. Izain era más joven que él, más sencillo, con una mejor vida, algo tímido y podía sentirse halagado de recibir sus afectos pero eso no debía ser. Incluso había empezado a sentir atracción hacia Izain, haciendo lo posible por ahuyentar esa sensación, pero era innegable.
“¡No!” Gritó Dagen sin darse cuenta de que hablaba solo. “Izain no puede gustarme. No es posible que este enamorándome de el. Eso no tiene que ver conmigo. ¡No puedo más con esto!”
Dagen sabía lo que tenía que hacer. No importa como, pero si quería librarse de eso, tendría que pasar las otras pruebas por su cuenta. Después de decirle a Izain que ya no lo necesitaba y que no quería verlo más.
Lo llamó por teléfono en cuanto calculó que ya debía encontrarse en casa.
“Izain, necesito hablar contigo. Mañana mismo. No importa la hora, pero ven a mi casa.”
“Claro, Dagen. Ahí estaré.”
Se lo diré de frente, se decía Dagen. No importa cuanto lo lastime con esto. No quiero seguir siendo victima de sentimientos confusos y extraños.
Esperó nerviosamente a que Izain llegara. Tenía ya preparado el discurso que le diría. Sólo tenía que armarse de valor para pronunciar cada palabra, repitiéndoselo a si mismo una y otra vez para que le saliera perfecto.
“Izain, has sido bueno conmigo al ayudarme y todo eso, pero ya no me haces falta. Es por nuestro bien. Tú me haces sentir incomodo y yo nunca he querido involucrarme de esa forma con un chico. Te puedo parecer apuesto, pero yo solo quiero serlo para… otra clase de personas. Entiéndeme, por favor. No debemos vernos más. Si de veras me quieres, aceptarás mi decisión. Ya está. Tengo que acordarme de decirle todo eso con firmeza.”
Izain llegó, algo apenado. Dagen le abrió la puerta de inmediato. Quería ir al grano de una vez. No debía dejarlo entrar en la casa pero la amabilidad le ganó y lo invitó a pasar y sentarse.
“Izain, yo quiero...”
Pensó que no debía precipitarse. Debía estar seguro de todo. No quería lastimar demasiado a Izain.
Los dos se sentaron en el sofá. Dagen tuvo mucho cuidado de no acercársele para no dejarse llevar por los impulsos.
“¿Que quieres decirme, Dagen?”
“Primero quiero que me digas algo tú.”
“¿Que cosa?”
“Quiero que me digas desde cuando te...gusto.”
Izain se sonrojó más que en otras ocasiones ante la inesperada pregunta.
“¿Po-porque quieres saber eso?”
“Dímelo.”
Izain trató de calmarse, respirando profundamente antes de hablar.
“Desde la primera vez que te vi. Hace seis años. Yo quedé fascinado contigo por el solo hecho de verte, aunque no estuviéramos en el mismo grupo porque tú vas un año delante de mí. Sè que es raro que uno lo sienta cuando es tan pequeño, pero es como si fuera aumentando con el tiempo. Quería ser tu amigo con desesperación, pero siempre estabas rodeado por otras personas y temía acercarme y ser demasiado obvio. Así que empecé a mandarte mensajes para poder expresar mis sentimientos. Aunque sabía que no podrías corresponder ni tampoco quería que supieras quien te los enviaba. Y…bueno, eso no me salió tan bien como planeaba, pero…ya sabes.”
“¿Pero por qué te gusto? ¿Nunca te has fijado en otra persona?”
“No puedo explicarlo. Es algo muy extraño. Yo no me he sentido atraído por ningún otro chico ni por una chica. Solamente tú me gustas así y no puedo evitarlo. Eres muy agradable y atractivo. Sabes hacer amigos y eres amable con todos. Sè que no te gusto en esa forma, pero me conformo con ser tu amigo. Es lo mas cerca que puedo estar de...”
Izain se detuvo cuando sintió que la cabeza de Dagen se recargaba en su hombro. Después sintió que los labios de él tocaban su cuello.
“¡Da-dagen! ¿Qu-que haces?”
Dagen susurró en su oído.
“Me gustas.”
“Yo creí que tú no...”
Dagen siguió susurrándole, incapaz de apartarse de él.
“He estado muy confundido, Izain. Tú no estás seguro de por qué sientes lo que sientes. Yo tampoco. Pensé que podía cancelar todo y prescindir de ti, pero la verdad es que no quiero que te separes de mi.”
“De... ¿de verdad?”
“Si. En estos momentos no me importa nadie más que tú. Ni lo del PUG. Quiero que estés conmigo porque eres el primero que me ha hecho sentir algo así. Un sentimiento tan... ¡Me encantas, Izain!”
Izain se sentía feliz y aterrado al mismo tiempo, mientras escuchaba las palabras de Dagen tan cerca de su oído y luego los labios de éste volvían a presionar su cuello.
“He de haber estado ciego para no fijarme en ti desde el principio, Izain. Eres la persona más fascinante que he conocido.”
Dagen se apartó un poco al notar que de los ojos de Izain brotaban lágrimas.
“¿Por qué lloras? ¿Te estoy haciendo daño?”
“No, al contrario. Me siento muy feliz. Yo creí que siempre serias alguien inalcanzable para mi…”
Dagen sonrió y acarició su barbilla.
“Pues a veces el destino tiene sorpresas, ¿no crees?”
Izain hundió su cara en el regazo de Dagen.
“¡Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, graci...!”
Dagen le tapó la boca con la mano.
“No digas nada más. En vez de eso… ¿Por qué no…?”
Dagen atrajo a Izain hacia su rostro y lo besó en los labios. Aun sentía correr lágrimas por sus mejillas mientras lo besaba. Dagen no lloraba, pero estaba profundamente conmovido. El beso que estaban compartiendo, en ese momento, le parecía el más dulce que había recibido en toda su vida. Estuvieron besándose y abrazándose durante más de una hora, apenas ocupándose de respirar.
Al fin se detuvieron y se dirigieron a la puerta. Antes de abrirla, Dagen abrazó a Izain por la espalda, cariñosamente.
“Mío.”
“¿Que dijiste?”
“Tu eres mío, Izain. De ahora en adelante.”
“¿Lo soy?”
“Y yo también soy tuyo.”
“Ah...”
“Escucha. Cuando hagamos las últimas pruebas, siéntete con libertad de hacer lo que quieras. Puedes besarme, tomar mi mano, acariciar mi cabello, lo que quieras. Ya no te voy a reprochar nada.”
“No tienes que decírmelo.”
“Y claro que no nos veremos solo cuando lleguen las pruebas. Ven a verme cuando quieras y yo haré lo mismo.”
“Si. Dagen, realmente te agradezco mucho el buen momento que pasamos. Me siento mas unido a ti que antes. Justo como deseaba sentirme cuando pensaba que estar contigo era solo un sueño.”
“Nos vemos.”
A prudente distancia, dos extrañas figuras observaban a los dos chicos despidiéndose.
La criatura más pequeña murmuraba.
“¿Y ese es nuestro futuro miembro mas promitente? Je, je, je. Esto va a ser muy divertido.”
“Siempre lo es, amo G.”

Dagen pasó la noche sintiendo una gran inquietud. Aun no podía creer lo que había pasado. Si, se le declaró por primera vez a alguien, a un chico al que había besado por largo rato. Una multitud de chicas estaría fuera de control de hacerse público el hecho, por no decir lo que los chicos pensarían sobre él, pero eso a Dagen no le importaba. Estaba demasiado enamorado.
Aun revivía esos momentos, repasando cada instante en su mente para seguir saboreando los labios de Izan, mientras revisaba sus mensajes de correo electrónico. Tardó un rato en percatarse del nuevo mensaje de Sosh.
Felicidades. Has pasado la cuarta prueba. Posiblemente te estas preguntando cual fue. Pues bien, esta fue sin aviso. Esta prueba consistía en que encontrarás algo más importante que cualquier cosa para ti, incluyendo ser parte del PUG y al ver lo sucedido este día... Bueno, no es necesario decírtelo, ¿verdad? Como sea, le diste más importancia y eso significa que eres mas apto de lo esperado. Al haber pasado exitosamente cuatro pruebas, te notificamos que prácticamente ya eres miembro y la quinta prueba ya no es necesaria. Espera pronto que uno de nuestros más jóvenes y brillantes miembros se ponga en contacto contigo. Muchas gracias por tanta dedicación.
“¡Lo hice!” Exclamó Dagen y empezó a dar saltos por todo su cuarto.
Hasta ese momento recordó su motivación principal. Tenía que dar gracias al PUG por esto, sin importarle que hayan violado su privacidad a tal grado. Si no hubiera tenido tanto interés en unirse, nunca se habría dado cuenta de la existencia de Izain. Todo se lo debía a ellos.

Pasó la mitad del día siguiente presa de un gran aburrimiento. Quería ver a Izain, pero sin saber porque, le daba pena de ir hasta su casa.
Entonces tuvo una mejor idea. Ansioso, llamó a Izain por teléfono.
“Izain, he estado pensando mucho en ti.”
“Si, yo también. ¿Quieres venir?”
“Me gustaría...pero tengo algo mejor en mente.”
“¿Que cosa?”
“¿Podrías venir tú a mi casa?”
“¡Claro! Pero… ¿para que?”
“Mira, ya recibí el mensaje que dice que pasamos la cuarta prueba. No lo vas a creer pero se trataba de que encontráramos algo más importante que ser miembros de PUG. ¿Puedes imaginar que fue? El caso es que he pensado que podríamos celebrar. Tú y yo.”
“¿Celebrar como? ¿Salir a algún lado?”
“No. Quiero que vengas aquí para que estemos solos y nadie nos moleste. Podemos rentar una película, pedir comida rápida y a ver que más. Eh... ¿Crees que tu mama te de permiso de quedarte a dormir?”
“Creo que si. Digo, nunca antes he dormido en casa ajena, pero si es contigo, creo que estará de acuerdo. Por cierto… ¿te cuento algo?”
“¿Que?”
“Le conté a mama lo de ayer. Bueno, en realidad no quería decir nada, pero ella se dio cuenta por verme tan contento y adivinó el motivo. Entonces, ella dijo que esta bien que tenga a alguien especial a parte de ella para compartir mi vida. No importa que seas un chico.”
“Vaya, si que tienes una madre comprensiva y buena gente.”
“Je, creo que si.”
“Entonces… ¿te vienes?”
“Si. Sólo déjame avisar y estoy ahí de inmediato.”
“Te espero.”
La felicidad embargaba a los dos, ansiosos por su próximo encuentro.
No podían sospechar quien o  quienes vigilaban de cerca, con ojos ociosos y malévolas intenciones.


Continuará....